El papel del tacto en el poder de seducción


La proximidad física y la proximidad afectiva constituyen un dúo. Las personas que se tocan físicamente lo hacen porque están suficientemente cerca como para hacerlo. El tacto refuerza la proximidad, pero con una condición: la persona no tiene que tener conciencia de ser tocada. Si el toque pasa desapercibido se desencadena un mecanismo de simpatía.

La Universidad de Purdue, en Estados Unidos, realizó un estudio que corroboraba el hecho de que tocar sin ser percibido aumentaba la simpatía de las personas con respecto a la persona que los había tocado.

Hay que precisar que este tipo de contacto dura menos de un segundo, si durara más podría ser percibido. Nuestro inconsciente lo registra y nuestra parte consciente, por lo general, no. Por eso se le conoce como tacto subliminal. Tocar demasiado tiempo podría provocar el efecto inverso y, por lo tanto, rechazo.

El tacto, según el neurólogo Saül Schamberg, nos devuelve a un período de nuestra vida durante el cual nos sentíamos tranquilos en brazos de los mayores. Por eso, el tacto subliminal suscita la activación de un registro agradable de nuestro pasado afectivo.

Los mensajes de seducción pasan por el tacto, pues, pero los mensajes de amor, sin duda sólo son eficaces realmente cuando se alían las feromonas para llevar nuestros deseos más lejos. De modo que concibamos esta enseñanza simplemente como un primer paso para ayudar al acercamiento entre dos personas.

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